Dos autores tucumanos y argentinos, que hicieron historia en el mundo


He elegido dos autores tucumanos y argentinos, de conocida trayectoria del mundo académico latinoamericano y mundial, para compartir con ustedes en esta oportunidad. Aunque distanciados entre si por casi 100 años y con ideologías bien distintas, las dos eminencias de la literatura muestran en sus obras la misma preocupación por temas económicos, sociales, culturales y políticos que le tocaba vivir a nuestro país en relación al mundo.

El primero de ellos, por orden cronológico; es Juan B. Alberdi (1810-1884) de ideología liberal influenciado por los movimientos políticos-económicos de Europa de 1820. Un polifacético abogado de la generación del 37`; que definió a un grupo de intelectuales universitarios que dejaron su impronta en la historia argentina.
El segundo autor argentino es Raúl Prebisch (1901-1986); economista y funcionario público argentino, que luego trascendió con sus análisis académicos en los organismos internacionales, de ideología estructuralista-desarrollista.
En la actualidad ambos, tienen fervientes seguidores y por su puesto, también detractores. Pero indiscutiblemente tanto Alberdi como Prebisch fueron y serán, tema de estudio para muchos de nosotros en diferentes ámbitos de esta carrera.

Juan B. Alberdi

Un mes como el que está en curso, (29 de agosto) de 1810, en la histórica ciudad de Tucumán nace el creador de nuestra Constitución Nacional (1853).
Justamente en momentos del triunfo de Belgrano en 1812 y cuando sesiona el Congreso de la Independencia en 1816, otorgándonos la libertad a nuestro país, Alberdi estaba pasando uno de los más tristes momentos de su vida familiar.
Criado por su viudo padre Don Salvador Alberdi, porque su madre Doña Josefa Rosa de Aráoz falleció dándolo a luz, en 1920 también Salvador deja este mundo. Sus hermanos Felipe y Tránsita se hacen cargo de él, y gestionan una beca para que continúe sus estudios en Buenos Aires, por lo que se muda desde Tucumán. Allí, ingresó al Colegio de Ciencias Morales, el que abandonó más tarde porque no soportaba el régimen disciplinario de dicha institución. Sin embargo nunca dejó de leer, su predilección fueron los pensadores europeos por ejemplo Rousseau, el que leía mientras trabaja como empleado en una tienda. También estudiaba música, componía y daba conciertos de guitarra, flauta y piano para sus amigos. Hasta que en 1831, retomó sus estudios, ingresando a la Universidad de Buenos Aires en la carrera de Leyes.
En 1832 escribió su primer libro: El espíritu de la música. Continuó sus estudios en Córdoba, donde se graduó de Bachiller en Leyes.
En 1834, regresó a su Provincia y escribió Memoria descriptiva de Tucumán, pero viajo nuevamente a Buenos Aires con una recomendación del gobernador tucumano Alejandro Heredia. Fue entonces cuando conoce a Juan Facundo Quiroga que le ofreció estudiar en los Estados Unidos solventando todos los gastos; pero Alberdi desistió. Poco después Facundo Quiroga es asesinado en Córdoba en 1835, momentos en que Rosas asumía su segundo mandato en Buenos Aires.
En un álgido contexto político, un grupo de jóvenes intelectuales se reunía en la librería de Marcos Sastre, grupo al que Alberdi se incorpora. Los jóvenes fundaron el 23 de agosto de 1835 el Salón Literario; un centro cultural y de difusión de las nuevas ideas políticas, vinculadas al romanticismo europeo.
En 1837, Alberdi publicó; Fragmento Preliminar al estudio del Derecho, de diagnóstico de la situación nacional y sus posibles soluciones, atacando al despotismo, pero no haciendo mención a la figura de Rosas.
No es capricho del destino de Alberdi, que junto con Juan María Gutiérrez alquilasen una habitación junto a en la casa de Mariquita Sánchez de Thompson, ya que no solo estaban siendo influidos por esta mujer política argentina, sino que además Alberdi componía sus Minués en el mismo piano en el que luego se interpretó por primera vez el himno nacional. Inmiscuido en un mundo de pasión y defensa nacional, comenzó a incursionar en el periodismo, al publicar La Moda. Un gacetín semanal de música, poesía, literatura y costumbres, firmando bajo el seudónimo de "Figarillo" para burlar la censura rosista. Algunas de sus frases eran; "los clamores cotidianos de la tiranía no podrán contra los progresos fatales de la libertad".
En junio de 1838 junto a Esteban Echeverría y Gutiérrez fundan la Asociación de la Joven Generación Argentina conocidos como Generación del 37, e influenciados por las asociaciones románticas y revolucionarias de Europa. Pero la policía secreta de Rosas  (mazorca) comenzó a vigilar sus actividades. Como medida de prevención, Alberdi se exilió en Uruguay dedicándose al periodismo político, y colaborando con publicaciones antirrositas como El Grito Argentino y Muera Rosas. Fue en este período el que escribe sus dos obras de teatro: La Revolución de Mayo y El Gigante Amapolas, una sátira sobre Rosas y los caudillos de la guerra civil.
En mayo de 1843, partieron con Juan María Gutiérrez hacia París, donde visitó al General San Martín, a quien abrumó con preguntas sobre la patria.
A fines de 1843 regresó a América para radicarse por 17 años en Chile, mayormente  en Valparaíso, donde trabajó como abogado y ejerció el periodismo.
Cundo Urquiza derrota a Rosas en la batalla de Caseros (3 de febrero de 1852) Alberdi desde Chile escribió y publicó: Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina. Obra que luego reeditó en julio acompañándola de un proyecto de Constitución, para enviársela a Urquiza; siendo una de las fuentes de nuestra Constitución Nacional sancionada el 1º de mayo de 1853.
Era notable por entonces el trabajo apasionado de Alberdi en relación a ciertos temas, por ejemplo en un Diario (El Comercio) de Valparaíso, decía:"Los Estados Unidos no pelean por glorias ni laureles, pelean por ventajas, buscan mercados y quieren espacio en el Sur. El principio político de los Estados Unidos es expansivo y conquistador".
Mientras Alberdi estuvo en el vecino país se relacionó con Sarmiento, quien se sumó al Ejército de Urquiza, pero que regresó desilusionado con el Gral. Alberdi calificó a Domingo Faustino como el "caudillo de la pluma" y "producto típico de la América despoblada", como parte de un breve enfrentamiento entre ellos.
Integrándose al proyecto de la Confederación de Urquiza, el gobierno de Paraná nombró al joven abogado, "Encargado de negocios de la Confederación Argentina" ante Francia, Inglaterra, el Vaticano y España; momento en que escribió: Sistema económico y rentístico de la Confederación Argentina y De la integridad argentina bajo todos los gobiernos. Donde defendía las teorías liberales de Adam Smith y David Ricardo, oponiéndose al monopolio, al trabajo parasitario. Alberdi quería un orden que garantizara al productor, el fruto de sus esfuerzos y elevara el nivel de vida en general.
En su camino a Europa, visitó los Estados Unidos donde se entrevistó con el presidente Franklin Pierce. Pero el 17 de septiembre de 1861, Mitre derrotaba en Pavón a Urquiza y ponía fin al proyecto de la Confederación, despidiéndolo de su cargo diplomático, y negándole el pago de su sueldo adeudado por dos años; así como los costos de su regreso al país. Alberdi publicó por entonces: El mitrismo es el rosismo cambiado de traje. Vivió en París con escasos ingresos provenientes del alquiler de una propiedad en Chile.Al producirse la Guerra del Paraguay, propiciada y conducida por Mitre, Alberdi apoyó a los paraguayos y acusó a Mitre de llevar adelante con capitales ingleses una guerra de contra un pueblo progresista y moderno. Todo esto le dio motivos para analizar tan salvaje actitud, publicando en 1872: El Crimen de la Guerra.
Nuestro reconocido abogado vuelve al país recién en 1879, cuando se produce una alianza entre Roca y Avellaneda y lo proponen como diputado nacional. Fueron momentos de homenaje para él por parte de los estudiantes de derecho universitarios, y aunque su desencuentro con Sarmiento parecía estar subsanado, ahora es Mitre quien lo perdona su apoyo al Paraguay. En 1880, el ahora presidente Julio A. Roca quiso que el Estado argentino publicase las obras completas de Alberdi, pero Mitre desde el Diario La Nación comenzó una campaña en su contra. Tomando como blanco el proyecto de Ley de Federalización de Buenos Aires en el que Alberdi participaba, logró que dicha elaboración sea rechazada por los senadores, ya demás que se le niegue su nombramiento como embajador en Francia. Con todo esto, decidió irse a Francia el 3 de agosto de 1881 confesándole a un amigo: "lo que me aflige es la soledad".
Juan Bautista Alberdi dejó de existir el 19 de junio de 1884 en Nueilly-Sur-Seine, cerca de París, y sus restos fueron repatriados en 1889. Hoy descansan en el cementerio de la Recoleta. Cada 29 de agosto en su nombre se conmemora el día del abogado en Argentina.

Su pensamiento: En las  Bases, Alberdi propuso adoptar un federalismo atenuado, mixto, ya que aunque era necesario un gobierno autoritario, el abogado entendía que no por eso debía ser  arbitrario; sino más bien un gobierno general (dividido en tres poderes: ejecutivo, legislativo-formado por dos cámaras- y judicial) que se concilie con las soberanías locales. Y, sólo el poder ejecutivo nacional sería capaz de llevar adelante algunas de las medidas necesarias para el progreso. Le brindó al gobierno de Rosas (en su Alianza con Avellaneda) la estructura de poder que necesitaba para su desenvolvimiento. Mientras que en lo sociopolítico, la generación del 80`, prosigue su análisis basado en los principios de Alberdi, que conformaron la filosofía natural- positivista del fin del siglo pasado. Esto se relaciona con la reconocida frase; “gobernar es poblar”. Para él, tanto el derecho como el poder político eran productos de la sociedad que los ha engendrado. Y; teniendo en cuenta este esquema, la estrategia a seguir no consistía en derrocar a Rosas, sino en mejorar la sociedad por la vía de la educación, porque mejorando la sociedad se mejora el poder. El medio más eficaz y único de tener gobiernos fecundos, creadores y poderosos, es cambiar la manera en que está compuesta la sociedad. Para él implicaba  basarse en la población como fin y medio al mismo tiempo, porque educa, transmite prácticas y fomenta el progreso. Su énfasis estaba en los inmigrantes y, preferentemente anglosajones, respetándoseles la libertad de culto. La inmigración junto con la adopción de otras medidas, se traduce en un contagio de hábitos y prácticas en todo el territorio nacional que, junto con nuevos modos de transporte, lo primordial era la educación. Todo esto fomentaría nuevas prácticas que luchen contra la ociosidad social del antiguo régimen. Era necesario demostrar, además, que el pueblo americano, aún instintivo y bárbaro, podía ser mejorado a través de la educación. La inmigración espontánea es la mejor; pero las inmigraciones sólo van espontáneamente a países que atraen por su opulencia y por su seguridad o libertad. Todo lo que es espontáneo ha comenzado por ser artificial, incluso en los Estados Unidos. Allá fue estimulada la inmigración en el origen; y la América del Sud, bien o mal, fue poblada por los gobiernos de España, es decir, artificialmente. El secreto de poblar reside en el arte de distribuir la población en el país. Es preciso multiplicar los puertos para distribuir la población en las costas; y para poblar el interior que vive de la agricultura y de la industria rural, necesita América embarcar la emigración rural de Europa. Lo que llamamos América independiente no es más que Europa establecida en América; y nuestra revolución no es otra cosa que la desmembración de un poder europeo en dos mitades, que hoy se manejan por sí mismas. Los reyes de España nos enseñaron a odiar bajo el nombre de extranjero, a todo el que no era español. Los libertadores de 1810, a su vez, nos enseñaron a detestar bajo el nombre de europeo a todo el que no había nacido en América. España misma fue comprendida en este odio. La cuestión de guerra se estableció en estos términos: Europa y América, el viejo mundo y el mundo de Colón. Aquel odio se llamó lealtad y éste patriotismo. En su tiempo esos odios fueron resortes útiles y oportunos; hoy son preocupaciones aciagas a la prosperidad de estos países.
Alberdi creía en la existencia de Dios y de un Orden Divino del mundo, bajo la Teoría providencial del progreso; de exaltación del cristianismo; del dualismo de cuerpo y alma como fundamento ético del derecho histórico y positivo. De lo útil como valor-medio y el bien como valor-fin y, de la libertad en todas sus formas y su carácter esencialmente cristiano. Alberdi fue un discreto en la metafísica espiritualista de su época, que lo ayudó a organizar el progreso de argentino mediante un Estado liberal democrático sometido a un ritmo conservador. La constitución debía asegurar un orden político, donde la libertad política estaba reservada para los hombres capaces (la elite criolla) y la libertad civil abierta al resto de los habitantes (sujetos librados a su propio interés egoísta). El pueblo que quiera ser libre ha de ser industrial, artista, filósofo, creyente, moral. Suprímase uno de estos elementos, se vuelve a la barbarie. Suprímase la religión, se mutila al hombre. La religión es el fundamento más poderoso del desenvolvimiento humano. La religión es el complemento del hombre. La religión es la escarapela distintiva de la humanidad; es una aureola divina que corona su frente y la proclama soberana de la tierra. Para Alberdi la democracia es la soberanía del pueblo, no es la república, y el derecho es el solo cetro invencible, porque es el cetro de Dios, nivel sagrado que sostiene la armonía y el equilibrio del mundo moral.
En relación a la Guerra Alberdi afirmaba; de la guerra es nacido el gobierno militar que es gobierno de la fuerza sustituida a la justicia y al derecho como principio de autoridad. No pudiendo hacer que lo que es justo sea fuerte se ha hecho que lo que es fuerte sea justo. Y justamente como el derecho de gentes que practicamos es romano de origen, como nuestra raza y nuestra civilización; dicho derecho era el derecho del pueblo romano para con el extranjero, como sinónimo del bárbaro y del enemigo. Y todo su derecho externo era equivalente al derecho de la guerra.






Raúl Prebisch

Nació en San Miguel de Tucumán Argentina, en abril de 1901, pero al finalizar sus estudios secundarios viajó a Buenos Aires en 1918 para estudiar economía en la Universidad pública de la capital. Octavo y ultimo hijo del matrimonio formado por Albin Teodoro Prebisch -un alemán que se había afincado por estos lugares- y Rosa Linares Uriburu, descendiente de una de las más tradicionales familias salteñas y jujeñas.  En 1923 comenzó su carrera docente como profesor de Economía Política en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Buenos Aires, cátedra que ejerció hasta 1948 cuando fue nombrado secretario general de la CEPAL (Comisión Económica de las Naciones Unidas para América Latina y el Caribe)
Su influencia en el pensamiento económico marcó las décadas de 1950 a 1970. Falleció el 26 de abril de 1986 en Santiago de Chile.
En su primer año de Universidad escribió un trabajo sobre industrialización del maíz; en sintonía con lo que luego el mundo conocería como estructuralismo latinoamericano, ya por entonces refería a una materia prima latinoamericana, y su industrialización bien podía basarse en mano de obra excedente en el campo. Posteriormente aún como alumno escribió, El standard de vida en China’, ‘El costo de la vida en Italia’, ‘Departamento de investigaciones sobre fatiga industrial’, ‘La riqueza y renta del mundo antes de la guerra’, ‘Geografía Económica’. Con amplios conocimientos de francés, inglés, italiano y alemán, tradujo la obra francesa de un capítulo de Wagner, "Diferencia y combinación de móviles en los actos económicos", del curso de Mauricio Nirenstein, que enseñaba Literatura Castellana y Literaturas de Europa Septentrional en la Facultad de Filosofía y Letras. También cursó Estadística con el ingeniero Alejandro Bunge en 1920, quien observó la motivación de su alumno proponiéndolo como ayudante del director del Seminario de Economía y Finanzas, Eduardo M. Gonella. Por entonces el joven economistas publicaba artículos de economía, en la Revista de Economía Argentina y en el diario La Prensa. Por ejemplo; El ajuste de los salarios al costo de la vida, donde constaba su flamante posición de Jefe de Trabajos prácticos del Instituto del costo de la vida y poder adquisitivo de la moneda. Y; otras Investigaciones de Seminarios,  como Planes para estabilizar el poder adquisitivo de la moneda. En 1920 publicó ¿Salarios a oro? en la revista socialista La Hora a pedido de Augusto Bunge (médico y hermano del ingeniero Alejandro Bugne) uno de los fundadores del Partido Socialista en 1896 (junto a Juan B. Justo) y diputado por la Capital Federal. En este artículo Prebisch cuestionó la propuesta de Justo de ajustar las remuneraciones por el valor del oro (en descenso) y no por el costo de vida de los trabajadores. Esto implicó para Prebisch la no aceptación como miembro del partido, lo que le provocó mayor interés por el desempleo.
En un contexto post 1º Guerra Mundial en que las ideas económicas estaban también modificándose, en relación al comercio internacional y mientras Argentina encontraba su sitio como exportador agropecuario de primera línea; en 1923 y ya con una tesis   de Doctorado en Harvard Prebisch expondría en Australia sus preocupaciones sobre la concentración de la tierra en la Argentina en una conferencia pronunciada en el Henry George Club de Melbourne. En esa época varios profesores de la Facultad de Ciencias Económicas adherían a la economía política liberal-decimonónica basada en la ventaja comparativa de los países, y justamente una de las herencias que Prebisch recibió de Bunge fue la defensa de un mercado interno diversificado e integrado, aunque iba en contra de los postulados de las ventajas comparativas. El Congreso Nacional otorgó a Prebisch una beca en 1923 para viajar a Nueva Zelanda y Australia e informarse sobre el impuesto a la renta en el Department of Taxation y el Bureau of Census and Statistics. Los frutos de esta misión para la legislación argentina llegaron en enero de 1932, cuando la legislación argentina incorporó, por iniciativa de Prebisch, el proyecto de un impuesto a los réditos. En 1924 Prebisch ocupó la Subdirección General de Estadística de la Nación, tres años más tarde visitó Estados Unidos y Canadá con el presidente de la Sociedad Rural y futuro ministro de Agricultura.
En 1933 el Congreso argentino aprobó una ley de Elevadores de Terminal y de Campo, similar a la que Prebisch había estudiado en esos países. Luego de la experiencia de la crisis de 1930 quedó claro que el ciclo económico no podía seguir siendo concebido en términos clásicos (patrón-oro), y le asignó al Banco Central de  la Republica Argentina (BCRA) la facultad de regular el ciclo argentino, caracterizado por su carácter agrícola (por tanto, estacional) y sur-hemisférico respecto a Europa. El golpe de Estado del 4 de junio de 1943, removió a Prebisch del BCRA, posteriormente con la asunción del gobierno del Gral. Juan Domingo Perón en 1946, con el que tenía insalvables diferencias, el economista renunció como profesor de Economía Política y Director del Instituto de Economía en la UBA.. Manifestando que “mientras en los centros se generan y desarrollan activamente los impulsos de expansión y contracción de la actividad económica, los países de la periferia están sujetos pasivamente a sus consecuencias, sufriendo el movimiento ondulatorio con características propias, que no han sido todavía el objeto de un estudio sistemático. De esta manera Prebisch inició su carrera internacional, presentando El desarrollo económico de América latina y algunos de sus principales problemas, en la Conferencia de La Habana que daría origen a la CEPAL. El documento despertó polémica porque instaba a la industrialización como la única opción viable del momento para superar los rendimientos decrecientes del intercambio comercial, intentos que Prebisch había visto en la Argentina incluso antes de la Primera Guerra Mundial. Su desenvolvimiento giro en torno a la CEPAL, de hecho Raúl Prebisch ejerció la dirección de la revista de esa Comisión desde 1976 y hasta sus últimos días de vida.


Su pensamiento: Gracias a los estudios económicos sociales de la CEPAL se construyen las primeras interpretaciones del desarrollo y subdesarrollo en América Latina. Prebisch incursionó en sus investigaciones como sociólogo, demostrando la unidad histórica existente entre desarrollo y subdesarrollo, ante la imposibilidad de independizar la historia de los países colonizadores de los países colonizados. Él entendía que desarrollo y el subdesarrollo debían pasar a formar parte de un proceso global dependiente del desarrollo capitalista. Mientras que en la Argentina hubo una generación que siguió el pensamiento de la CEPAL que veía al desarrollo económico como una condición necesaria para una democracia duradera, y aunque desde Washington llegaron a considerarla como “subversiva”, Nuestro economista tenía influencias de John M. Keynes y, lo llevó a reafirmar la necesidad de mantener la demanda interna en un nivel que permitiera un alto nivel de ocupación. Sin embargo Prebisch no era Keynesiano, porque para él la necesidad de acumulación de capital, era lograr que los países de la región ahorren. Mientras que Keynes enfatizaba la necesidad de estimular la demanda vía consumo y no creía en la ley de Say (toda oferta genera su propia demanda). Según Prebisch, el estímulo de la demanda propuesto por Keynes hubiera llevado a los países periféricos a aumentar las importaciones de bienes industriales, cuando en realidad el efecto deseado era el inverso. En 1950, en el Comité de la CEPAL Prebisch, no proponía reducir las importaciones sino alterar su composición de modo que la contracción de algunas importaciones permitiese la expansión de otras indispensables. Es por eso que no se debe estigmatizar el pensamiento de Prebisch como “desarrollo hacia adentro”. Además, consideraba que los centros imponían sus ciclos a la periferia y subrayaba la necesidad de industrializarse pese a contar con abundantes recursos naturales. Afirmaba que las ventajas del progreso técnico no estaban siendo distribuidas equitativamente en los países de la periferia y esto afectaba el nivel de vida de la población. El desafío para las instituciones que Prebisch tenía, era controlar las fluctuaciones del ciclo en economías con exportaciones primarias y dependientes de la inversión extranjera, para poder afirmar la identidad de América Latina. Vale decir que según investigaciones de la propia CEPAL, hasta 1940 no existía la noción de que la región; igual que Asia y África, tenía problemas económicos de distinta naturaleza  en relación al resto del mundo.
En cuanto al comunismo, el economista entendía que este; no funcionaba, no servia en la practica. Porque eliminaba la libertad política, mientras que el liberalismo sin restricciones era económicamente eficiente pero, socialmente insostenible. Por lo que entonces se debía construir un nuevo orden que incorporara lo mejor de cada sistema. Las gestiones de Prebisch lograron para los países del Tercer Mundo reunidos en el llamado Grupo 77, una mejor posición de negociación en los acuerdos comerciales. Sin embargo el Instituto Latinoamericano y del Caribe de Planificación Económica y Social (ILPES), promovido por Prebisch desde la CEPAL, no tuvo el apoyo financiero necesario, por cuanto no pudo cumplir sus metas, solo fue un lugar de formación académica para muchos profesionales.
La escuela estructuralista de pensamiento económico, derivada de la CEPAL, es la que enfatiza la diferencia entre las condiciones histórico-estructurales de los países de América Latina y las abstracciones de la teoría neoclásica (liberales), pero con la crisis del petróleo en 1970 y la posterior explosión de deuda;  el paradigma cepalino entró en crisis. Mientras que liberalización de los mercados a propuesta del Consenso de Washington, se imponía.
Es amplio y laborioso detallar cada obra mayormente económica de Prebisch, por sobre todo complejo ya que es en algunos aspectos muy técnico para desarrollarlos en este práctico. Sin embargo una conocida Teoría, la de la Dependencia", afirma que las empresas coloniales y el comercio internacional no han sido útiles para el desarrollo económico sino que, al dislocar las estructuras e instituciones socio-económicas de las colonias, generaron una serie de problemas, como por ejemplo la dependencia de las exportaciones y el crecimiento desequilibrado. Todo esto ha bloqueado las posibilidades de desarrollo de varios países de Latinoamérica. Denominados países del tercer mundo, ahora también estados dependientes del primer mundo, como productores de materias primas en una relación de "centro-periferia" con sus metrópolis. Pero para que estos países puedan entrar en un proceso de desarrollo sostenido se les debe permitir un cierto proteccionismo en el comercio exterior y estrategias de substitución de importaciones. Eso no es todo, Prebisch relaciona directamente el problema de las periferias como un problema de insuficiencia en el nivel de ahorro agregado para financiar el nivel de inversión óptimo.  De hecho lo lleva más allá del plano económico al problema de la distribución del excedente y por consiguiente de la acumulación del capital reproductivo, analizando si la democracia y el sistema del capitalismo periférico son compatibles, es decir si el sistema puede ser democrático y a la vez puede permitir que las leyes del libre mercado sean reguladoras de la dinámica económica en el periferia. Concluye que la democracia y el capitalismo periférico son contradictorios, por lo que los movimientos sociales ejercen participación hasta que se impone la fuerza sobre el poder de los sindicatos y los derechos de la clase menos favorecida, y esto; esto coarta la libertad democrática. “Los efectos de una planeación política afincada en los principios liberales haría posible el surgimiento de una sociedad libre y tolerante”. Se debe recalcar el ejercicio de las libertades públicas y privadas, sociales e individuales; como prácticas inherentes a la consolidación de un estado social de derecho.



Igualdades entre ambos:


Ante todo resaltar que entre el derecho y la economía, hay co relativismo e interdependencia, por lo que toda mal ejecución económica que mal practique el Estado; vulnerará al orden jurídico. Alberdi afirmó: “El Estado no ha sido hecho para hacer ganancias, sino para hacer justicia, no ha sido hecho para hacerse rico, sino centinela y guardián de los derechos del hombre”.
Además ambos querían desde sus respectivas épocas y con sus poderosas herramientas analíticas,  afirmar la identidad de América Latina. Alberdi desde el ingreso de inmigrantes y penetración-complementación de esos saberes y costumbres. Y; Perbisch con el ingreso de capitales extranjeros para fortalecer la Industria Nacional. Para el abogado la industria es el único medio de encaminar la juventud al orden. Ella conduce por el bienestar y por la riqueza al orden, por el orden a la libertad, según transcribe en sus Obra Bases y puntos de partida para la organización política de la República de Arg. Y, en todas las industrias conocidas, dice que el comercio marítimo y el terrestre, son la que forman la vocación especial de la República. Mientras que el ferrocarril es el medio de dar vuelta al derecho lo que la España colonizadora colocó al revés en este continente; sin él, no tendremos unidad política porque la distancia hace imposible la acción del poder central. Así como tampoco se podría llevar hasta el interior de los países, la acción de Europa por medio de sus inmigraciones, como motor regenerador de nuestras costas. Y coincide con Prebisch; salvando las distancias pero unidos por el mismo sentimiento nacionalista; que para tener ferrocarriles,hay que negociad empréstitos en el extranjero, empeñad vuestras rentas y bienes nacionales para empresas que los harán prosperar y multiplicarse. Sería pueril esperar a que las rentas ordinarias alcancen para gastos semejantes; invertid ese orden, empezad por los gastos, y tendréis rentas. Si hubiésemos esperado a tener rentas capaces de costear los gastos de la guerra de la independencia contra España, hasta hoy fuéramos colonos.
Ambos entienden que las pasiones políticas debían eliminarse para no frenar al verdadero motor del progreso de la nación, que es la economía. Aunque en sus diferentes tiempos ambos debieron por esas mezquindades políticas, exiliarse. En el caso de Alberdi primero en Chile a causa de Roca, y luego quedo varado en Francia por Mitre. Y Prebisch, debió irse con su vocación a Europa y posteriormente a consolidar sus conocimientos en la CEPAL, por causa del gobierno de facto y posteriormente por las desigualdades con el peronismo.
El Alberdi que defendía las teorías liberales de Adam Smith, pretendía sin embargo; un Estado conservador, que bien puede ser una suerte de amalgamamiento entre nacionalistas y liberales que aunque de 1800 era propulsor del libre mercado, pero también de un Estado fuerte, capaz de poner en funcionamiento ese mercado; favorable a las formas republicanas y representativas, pero bajo control para su mejor funcionamiento; reivindicando las tradiciones políticas, morales y culturales, pero con ambiciones modernizantes e institucionalizantes. Con todo esto a dicho amalgamiento en la época de 1900 de Prebisch, se le agregaría una actitud anti-comunista, pero también anti-peronista. Con lo cual en este punto ambos se vuelven a encontrar en una misma línea de pensamiento.
Finalmente así como Alberdi entendía que el objetivo de poblar y educar (europeizar) a la sociedad para su crecimiento (de concepción desarrollista), implicaba un proceso, una graduación. También para Prebisch la transformación de la estructura productiva no se da de un día para el otro, sino que requería de tiempo. Por esto apoyó a determinados sectores, en detrimento de otros,  con el fin de cambiar la lógica inercial de las economías periféricas, pero siempre con la activa participación del Estado, tal responsabilidad también fue dada por Alberdi; de hecho él inició el camino mediante la Constitución. El abogado veía en la europeización la futura consolidación democráctica, y el economista se afirmó en los preceptos de su autoria provenientes de la CEPAL  con el mismo objetivo.

Autor: Jaquelin Parada Universidad Católica de Salta. Agosto de 2012

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