¿ Cómo se dio la evolución de la deuda externa argentina desde 1990 hasta 2005? y; ¿cómo se produjo la reestructuración en dicho año?


Al final de los 90´ no solo analistas de las organizaciones financieras intermedias internacionales, sino el mismo FMI consideraban a la experiencia argentina como un “caso exitoso”. Esto, en relación a las políticas macroeconómicas y de reformas estructurales  en el contexto de la globalización financiera y de plena crisis financiera en nuestro país. Porque la restructuración de la deuda se dio en un momento tenso de la relación; FMI-ARG. Además coincidente en momento de cambio del organismo internacional en relación a su ubicación y rol dentro de la orquesta de países. Cabe destacar que a comienzo de los 60´ y mediados de los 70´ (previo al procesos de globalización), Argentina tenia indicadores de endeudamiento bajos, y estables, con una deuda  externa total, publica y privada de entre 10 y 15 % del PBI.  Si embrago a causa de la expansión del EURO, se abren las posibilidades de un acceso fluido al crédito internacional, por cuanto desde 1977 y hasta  1982 el cociente: deuda externa total- exportaciones;  se deteriora abruptamente. Al respecto Mario Damill demarca en etapas, el proceso desde 1970 hasta la actualidad,  la relación ARG-FMI (deuda a largo plazo):

  • Apertura financiera y endeudamiento acelerado, 1977-1982. Lo que conlleva a fugas masivas de capitales, crisis cambiaria y financiera, devaluación y default.
  • Periodo de racionamiento en los mercados externos de fondos, entre 1982 (crisis de la deuda latinoamericana) y 1990.
  • Nueva apertura financiera y endeudamiento acelerado, 1990- 2001, de similares características a la primera etapa que concluye en el 82´, que más allá de ser una etapa de convertibilidad, también desemboco en fugas de capitales, crisis cambiaria y financiera, default y devaluación; lo que llevo a la restructuración de la deuda.

Vale decir que en las dos primeras etapas, el sector privado en la generación de obligaciones financieras externas fue más dinámico, declinando la participación del gobierno en las obligaciones totales entre 1978 y 1980. En 1991 y más allá de aumento del endeudamiento externo publico, se observa el mismo proceso pero más prolongado. Por cuanto nuestro país ingresó a la tercera etapa con alta inflación (el mismo fenómeno que en los 90´), teniendo apertura de cuenta de capitales, como adopción simultanea en lanzamientos de un programa antiinflacionario; y la política de estabilización fijó el tipo de cambio nominal, usando el sistema de precios. Esta política basada en el anclaje cambiario y apertura financiera, tiende a generar una dinámica de ciclo que se traduce en: aumento de la vulnerabilidad de nuestra economía ante posibles cambios negativos en el contexto financiero internacional y; fragilidad financiera doméstica.
Teniendo en cuenta que;
-1981 se inicio una fase conocida como “desgaste caótico” de masivas devoluciones del peso que llevaron la deuda externa (según precios corrientes) a un 60% del PBI un año después (sumado a las abruptas subas de tasas de interés de 1979).
-Desde 1982 la deuda atenuó el ritmo de crecimiento, aunque las obligaciones externas en dólares siguió aumentando más allá de la falta de acceso a los mercados financieros internacionales.
En los 90´ encontramos a Argentina con un ritmo de endeudamiento que vuelve a acentuarse sobre todo desde 1992, y más allá del acuerdo “Brad” (que aunque significó un alivio importante al sobreendeudamiento de los 70´, la quita obtenida casi fue insignificante). Desde entonces y hasta 2001 la deuda externa total aumento en casi 30 puntos en relación al PB, siendo el sector privado quien entre 1990 y 1995 originó casi el 70% de las obligaciones financieras. Desde 1995 sin embargo, la colocación de la deuda por parte de sector público adquirió mayor peso sobre todo en un contexto internacional financiero desfavorable.

Periodos de los 90´:

  • Fuerte ajuste de cuentas publicas: El déficit promedio (de los 80´ de siete puntos del PBI), bajo a menos de un punto entre 1991 y 1994 porque; se incrementaron las reformas previsionales creada por las administraciones privadas de fondos de pensión (consecuencia; perdida de aportes de los trabajadores al sistema publico). Porque por entonces culminaba la expansión de los 90`, Argentina experimentó una recesión asociada al “efecto tequila”, y por último porque el gobierno tomó una serie de medidas fiscales con el objetivo de compensar algunos efectos negativos de la combinación de apertura comercial co fuerte apreciación cambiaria; mediante la aligeración de la carga tributaria sobre los sectores de productos de bienes transables. Estos factores inciden negativamente sobre las finanzas públicas.
  • Después de 1997 cambia el panorama fiscal: el impacto de la crisis Rusia y del Brasil del 98´ y del 99´ respectivamente, se reflejaron en un nuevo salto de nuestro riesgo país, que había comenzado un curso ascendente a fines del 97´ con la crisis del sudeste asiático. Vale decir que entre 1995 y 1997 la razón entre la deuda pública y el PBI sube, como resultado de la decesión del 95´ y por la ayuda financiera articulada por el FMI y el gobierno argentino. En 1997 había un escenario internacional financiero negativo, y nuestro país tenia déficit de cuenta corriente, apreciación cambiaria importante y  carencia de instrumentos de política para solucionar los problemas de rigidez impuesta por régimen monetario. En este contexto, el riesgo país comenzó a subir, lo que complico el acceso al crédito externo, por lo que el gobierno utilizo una política fiscal contractiva, entendiendo que con “disciplina fiscal” ganaría la confianza internacional, provocando la caída de la prima del riesgo país y la baja de las tasas de interés internas. El gobierno creía que el gasto interno se recuperaría, sacando a la economía de la recesión, que con un PBI en expansión se podría reestablecer el equilibrio presupuestario del sector publico, cerrándose así; un circulo beneficioso. Con el mismo criterio (menemista en línea con el FMI)  asumió De la Rua, pero fracasó. Porque mas allá del fuerte ajuste en el superávit primario del sector publico; el canal de crédito no se puede reabrir, y las subas en los impuestos y los recortes del gasto publico; reforzaron la tendencia recesiva alimentando las tendencias negativas e impidiendo la ansiada baja en la prima del riesgo soberano. Con dicha política fiscal (impotente) la economía argentina quedó atrapada por 3 años. Damill afirma que el gobierno que asumió a fines de los 90´ al adherir a la tesis de que la causa principal de la recesión era el desequilibrio fiscal, se equivocó al no acreditársela a la apreciación cambiaria y a nuestra vulnerabilidad financiera a los shocks externos.

Después de este fracaso de medidas políticas erróneas, y con la intención de reestablecer las vías de acceso al financiamiento internacional, se implementaron sucesivos paquetes de medidas fiscales contractivas entre 2000 y 2001, por ejemplo; la ley de Responsabilidad Fiscal que exigía al sector público reducir paulatinamente su déficit hasta llegar a cero. Elevar los impuestos y recortar los gastos, aprobando luego de haber quedado el gobierno racionado de los mercados financieros tanto externos como internos, la Ley de Déficit Cero que obligó a la administración Nacional a equilibrar sus cuentas inmediatamente; por lo que el flujo de gastos se adaptaría a los ingresos corrientes. Con esta legislación se buscaba garantizar la cobertura de determinados rubros del gasto sobre todo el pago de intereses y la transferencia a Provincias (junto con sueldos y jubilaciones inferiores a $500), dejando que el resto se adecúe endógenamente a la evolución de los ingresos. Pero para cumplir con dicha Ley, se decidió un recorte fiscal del 13% sobre todos los rubros de gastos no protegidos (sueldos y jubilaciones superiores a $500). Todo esto hizo de la percepción popular un castigo contra el gobierno, demostrado en las elecciones legislativas de octubre de 2001. De todas formas el gobierno consiguió ayuda financiera externa (Blindaje-Megacanje) e implementó dos operaciones de restructuración voluntaria de títulos de deuda para persuadir al público de que no había riesgo en cuanto a desatender las obligaciones financieras contraídas. El FMI aprobó la operación por 30.000 millones de dólares en bonos públicos (al rededor del 24% de la deuda del sector público nacional). El canje permitió extender el plazo promedio de los instrumentos; pero al costo de elevar el valor nominal de la deuda en 2000 millones de dólares, e incrementar el peso de los intereses. En este contexto la percepción en noviembre de 2001, era que se habría vuelto insostenible la deuda pública. La segunda operación voluntaria (en realidad fue inducida por cuanto es semi-voluntaria) estuvo dirigida a tenedores locales sobre todo a Bancos y a; AFJP que aceptaron el canje por 42.000 millones de dólares en títulos públicos, por igual cantidad de prestamos garantizados con ingresos tributarios que brindaban menores tasas de interés. Sin embargo nada frenaba el proceso de crisis en curso.
Aunque hubo a principios de 2001, una “efímera recuperación” gracias al anuncio del Blindaje, proceso que se intensifico posteriormente y que perduró hasta junio cuando el gobierno volvió a emitir el Megacanje para revertir las expectativas negativas, pero los efectos estabilizadores fueron de corto alcance. Ya en julio la fuga de depósitos y el corralito contra las reservas, se reanudaron. Proceso que no se pudo retener ni con la ampliación del crédito Stand-By vigente con el FMI anunciado en agosto (8000millones de dólares), ni con el canje de la deuda de noviembre. Con todo esto el gobierno finalmente impuso a comienzo de diciembre fuerte restricciones financieras que acentuaron las ya fuertes tensiones sociales y políticas, concluyendo con la renuncia del presidente y una sucesión histórica de diferentes  mandatarios.
En los primero días de 2002 un nuevo presidente abandonó formalmente el régimen de convertibilidad y la paridad peso-dólar e interrumpió el pago de servicios de la deuda. La caída del empleo y el producto continuaron después de la salida de la convertibilidad, pero por un breve periodo. Aunque se contrario a varios funcionarios del FMI, los episodios políticos y económicos posteriores no fueron seguidos por una depresión más profunda, sino por una recuperación extraordinariamente veloz. El repunte del PBI se inició poco después de la depreciación cambiaria (fin de convertibilidad), a causa del cambio relativo a favor de los sectores productores de bienes transables que impulsó la sustitución de bienes importados por bienes producidos internamente. Mario Damill reconoce el merito que tuvieron un conjunto de decisiones políticas que con algunos errores; apuntaron a los equilibrios macroeconómicos básicos y enfrentando la posición del FMI. Pro ejemplo reimplementó los controles cambiarios y estableció impuestos a las exportaciones; capturando para el fisco parte del efecto favorable de la evaluación sobre los ingresos de los productos de bienes transables, atenuando el impacto sobre los precios internos (sobre las remuneraciones reales). Con políticas monetarias flexibles se permitió asistir a los Bancos en fase de crisis y además alimentar la precomposición de la demanda de dinero. El gobierno tuvo una política cambiaria que procuró evitar la depreciación del peso mediante la intervención del Banco Central, cuando el mercado de divisas comenzó a presentar exceso de oferta. Aunque el gobierno por un breve lapso adoptó lo solicitado por el FMI de libre flotación del peso (la paridad se disparó a niveles de $4 por 1 dólar),  luego reimplantó los controles cambiarios para poder contener la burbuja cambiaria. Por lo que forzó a los exportadores a liquidar divisas internamente, y limitar la salida de fondos. Con todo esto se consiguió que mitad de 2002 se estabilice el tipo de cambio nominal, que vislumbrándose que esta situación podía persistir, la demanda de pesos comenzó a recuerparse y el mercado de divisas mostró un exceso de oferta.
Después de la corta etapa inicial, la fuente del dinamismo económico (comercio internacional), se desplazó  a los componentes de la demanda interna sobre todo “la inversión” que creció anualmente entre 2002 y 2004 en un 40%, al igual que el consumo privado (gracias también al contexto externo).
A fines de 2004, la evolución de los mercados internacionales de capital se puso a favor de la oferta (surgida por las negociaciones en Dubai y luego en Buenos Aires) de nuestro país. La liquidez mundial incrementó el apetito financiero por mayor riesgo, lo que devino en una creciente demanda de deuda emergente y una reducción del riesgo soberano de los países en desarrollo. Con este contexto el canje fue más atractivo aunque no impidió que sigan las presiones para con Argentina en relación a la mejora de la oferta negociadora. E igualmente salimos a lanzar el canje prácticamente sin modificaciones a lo propuesto inicialmente en Dubai en junio de 2004.

Reestructuración de la deuda:

ü      Primera oferta: Dubai.
Dirigida con trato homogéneo a todos los tenedores de bonos y títulos públicos emitidos hasta diciembre de 2001. Manteniendo el resto de la deuda en situación regular. Se planteó emitir tres bonos de libre elección (Par, Cuasi par y el Dsicount) que incorporarían además, mecanismo para premiar a los tenedores con un cupo que reportaría una renta adicional cuando la economía argentina creciera por encima de una determinada tasa. Sin embargo hubo rechazo del mercado financiero, argumentado que nuestro país podía hacer una mejor propuesta.

ü      Segunda propuesta: Buenos Aires.
En junio de 2004 el gobierno argentino buscó acercar posiciones con los acreedores, aunque manteniendo como deuda elegible la misma que la enmarcada en la primera propuesta, mejoró sustancialmente la oferta. Se reafirmó además la mantención de la quita del 75% sobre el valor nominal de la deuda que ahora se reconocía el 100% de los interese vencidos y hasta los no pagos. El gobierno hizo un anuncio poco claro, pero mantuvo los tres instrumentos de la oferta de Dubai estableciendo que se emitirían con fecha del 31 de diciembre de 2003 (empezando a devengarse los intereses desde ahí), así como la oferta de unidades ligadas al crecimiento del PBI que venderían anexadas a cada bono. En general esta segunda propuesta implicaba mayor esfuerzo fiscal para el futuro. Finalmente para ejercer presión sobre los tenedores argentinos sugirió conformidad con una aceptación del 50% en adelante, admitiendo que era “la única oferta” y quien no adhiera se quedaría con papeles son valor. En enero de 2005 comenzó el canje de los antiguos bonos por los nuevos, después de semanas se cerró la operación. Anunciando el gobierno en marzo de 2005, que el grado de aceptación alcanzó el 76%, y el 15% de la deuda del default; mostrándose satisfecho por canje y la operación redujo el stock de deuda publica en 67.328 millones de dólares, morigerando la exposición de las finanzas publicas al riesgo cambiario.


Autora: Jaquelin Parada


Fuente: Damil, Mario y otros. "La deuda argentina: Historia, default y reestructuración". Desarrollo Económico, vol. 45, nº 178, Julio - Septiembre de 2005. (MC)

Comentarios

Entradas populares de este blog

Abriendo el corazón, desde la compresión consciente de nuestra energía

UNASUR y las teorías de la integración