Adolescencia
A veces,
recuerdo mi adolescencia, desde varios aromas.
Esa; que no
tenía que pedir permiso para invadirme de sentimientos.
Esa, que no
me dejaba confiar en mi, y otras; me llevaba al mundo por delante.
La que no
me permitía entender la realidad de la sociedad en que vivía,
la misma
que me daba un aire de universo por descubrir.
La que con
vendas me sanaba en los brazos de mi madre.
La que me
aconsejaba mal y me desnudaba ante mi soledad.
Una
adolescencia distinta al resto, única.
Que me
dejaba con algunos sueños en el cordón de la vereda,
esperando
con rasguidos en la guitarra
y Seru Giran a medias.
y Seru Giran a medias.
La
adolescencia; que parecía no tener oportunidad para mi y los míos, en el
barrio de los 90´.
En un
globalizado mundo que también adolecía de identidad e interés por los demás.
Fanatizados
por el viejo Mario Bros y colgados de nuevos celulares,
con un
fondo melodioso Metálico y Roxetteado,
poníamos el
casset y esperábamos financiación
y
privatizaciones con incipientes paros educativos.
Todo a mí
alrededor también adolecía de sensatez.
El cutralcazo
casi al egresar del secundario;
y la
escarapela que todavía nos obligaban a usar en la formación.
Una adolescencia
en un Neuquén con esperanzas,
que anidaba
extranjeros a mí alrededor.
Los que me
entregaba a mis mejores amigos, y a algunos besos noviados.
Llenos de emociones
por ver las luces del centro y olvidar las bardas por momentos.
De conocer
el circo que todavía traía animales,
de tomar
helados grandes y baratos, y de pasear mirando vidrieras.
Con una Godoy
también adolescente
que no tenía
asfalto y tampoco un Heller, ni un Topsy
En las
márgenes de la ciudad, pero con un “Gran Neuquén Norte” en alta barda,
arriba de
todos podíamos apreciar mejor los juegos artificiales una vez al año,
ahora
suspendidos.
No había
Internet ni demasiados canales, y los veranos no tenían aire acondicionado.
Hacer
pelear a las lagartijas, era la joda de la siesta bajo los rayos del sol.
Una
adolescencia que me enseño de responsabilidad,
de estudiar,
de seguir y de pelear por mí, y los míos.
Esa que con
sus aromas a rocío de mañana
y a leña
quemada por las tardes, a veces me regalaba tostada con dulce de leche,
y otras;
las ganas de pensar en algo más.
La
nostalgia de los días de mayo,
me llevaron a escribirle al conocido OESTE.
me llevaron a escribirle al conocido OESTE.
Que hoy
cotiza en bolsas partidarias.
Que tiene
más de lo que creíamos.
Que sabe y
puede hacer grande a la ciudad.
Que guarda
grandes doctores, abogados y locutores como yo.
El OESTE;
que pareciera lejano, pero que allí estaba
en el corazón
de los más necesitados
Los que no sabíamos
y muchos no saben, que la cosas gira para otro lado.
No es
simplemente adolecer de grandezas económicas.
Sino de
mirarnos a la cara y sincerarnos.
De queres
juntos alcanzar lo que merecemos,
por los que
vendrán y por lo que no teníamos.
Entonces,
tenía una adolescencia de saber que existía un futuro
pero; que para
los jóvenes de los 90´ pintaba gris.
La muerte
de teresa Rodríguez, los ausentes por no ir a las marchas
las
campañas políticas de clemente tocando el bombo y diciendo “Baum, Baum
de Menem en
la Ferrari ,
del MPN con Silva
y Pipe Sapag, y que se... yo cuanto más.
y Pipe Sapag, y que se... yo cuanto más.
Nosotros en
las márgenes, no sabíamos de oportunidad, nos la
ganamos
saliendo al centro en el ñandú,
paso a paso trabajando con un título secundario
sin pensar entonces en la universidad,
la que estaba tan cerca pero tan lejos a la vez.
saliendo al centro en el ñandú,
paso a paso trabajando con un título secundario
sin pensar entonces en la universidad,
la que estaba tan cerca pero tan lejos a la vez.
Hoy, que
puedo estudiar le doy gracias a la vida.
Pocos
entenderán estas palabras.
Autora; Jaquelin Parada
Autora; Jaquelin Parada
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