Impacto en las Relaciones Internacionales por la derogación de los contratos petrolero de Frondizi
En
cuanto al Acuerdo vinculado a la protección de las empresas extranjeras
radicadas en Argentina ante posibles situaciones de expropiación, guerra civil
o insurrección; que debía firmarse su prorroga; Illia ya había anunciado antes
de ser electo como presidente que lo anularía en defensa de la soberanía
nacional.
Vale
decir que dicho Acuerdo proviene de la época de Frondizi, y que la no
ratificación por parte de Argentina
tenía un transfondo más bien ideológico presionado por los sectores
nacionalistas vinculados a la explotación del petróleo como sinónimo de
autarquía económica y no dependencia hacia EEUU, según lo expuesto por Carlos
Escudé y Andrés Cisneros en su Portal de Historia de las relaciones Exteriores
Argentina.
Sin
embargo para los liberales y desarrollistas la cosas giraba por otro lado, el
ingreso de capitales extranjeros colaboraba con la explotación del petróleo,
donde justamente los capitales nacionales eran insuficientes, y esto permitía
el desarrollo económico del país. Incluso los datos económicos durante el
tiempo que duró el Acuerdo (1958-1962) mostraban que se había duplicado la
producción de petróleo y se había conquistado el abastecimiento del mismo, con
un ahorro de hasta 300 millones de dólares en importación de combustible.
El
tema era cómo se haría la anulación de dicho Acuerdo.
En el seno del gobierno
radical había dos instancias diferentes de opciones. Por un lado estaban
quienes eran más moderados en dicha anulación, sin demasiado circo mediático.
Aquí encontramos al propio Illia, al presidente de YPF y el Ministro de
Economía apoyados por parte del ejercito. Se buscaba discreción y luego de la
anulación una rápida renegociación con las empresas contratistas para que sigan
operando en el país. La idea del Presidente de YPF apoyada por Illia era
conseguir el autoabastecimiento del petróleo en Argentina, la reconstrucción
jurídica de los contratos y la indemnización a las empresas afectadas para
renegociar su continuidad en el país, obteniendo similares características de
contratación que tenían hasta antes de la anulación Shell y Esso.
Por
otro lado estaba la oposición del propio vicepresidente de la Nación Carlos
Perette, del Secretario de Industria y Comercio, del Secretario de Energía y
Combustible y del vicepresidente de YPF. Ellos querían borrón y cuenta nueva,
con un popular anuncio festivo frente al Congreso.
Se
intentó todo el tiempo por varios sectores de convencer a Illia de desistir en
su anulación. Tal es el caso del ex Ministro de Economía de Frondizi, el asesor
de Aciel y diferentes diplomáticos e inversores extranjeros. Por ejemplo previo
al Decreto de anulación EEUU envió a Harriman para visarle de parte del
Presidente Kennedy que si no desiste en su intención de anulación podría perder
la ayuda que EEUU envía a Argentina. A lo que Illia aprovechó la visita de
dicho representante estadounidense para enviarle una carta a Kennedy diciéndole
que no buscaba ofender el pueblo de EEUU, sino que los contratos inferían la
soberanía económica argentina y que el tema se cerraría cuando se pague la
justa indemnización a las empresas afectadas. De dicha reunión solo trascendió
un comunicado emitido por el Ministerio de Economía afirmando que las
relaciones bilaterales entre ambos
países estaban en un punto muerto.
Lo
cierto es que el 15 de noviembre de 1965 se aprobó el Decreto de anulación de
dichos contratos petroleros, donde se declara; la nulidad absoluta por vicios
de ilegitimidad y por ser dañosa a los intereses de la Nación.
El
impacto fue no solo mediático dentro y fuera de Argentina, sino político,
ideológico en las relaciones internas y externas.
Tal
es el caso del diario Clarín por ejemplo con perfil desarrollista, donde
publicó su disconformidad al respecto. En tanto La Nación admitió que no se
lograría el autoabastecimiento anhelado por el presidente de YPF y además dijo
que las condiciones de la anulación no eran las más provechosas para nuestros
intereses. Además criticó que no se pensó en otras opciones menos riesgosas y
que dicha decisión estaba cargada de especulaciones partidarias en vez de ser
un factor esencial de l estructura económica que debe sustentar el proceso de
desarrollo de la Nación.
El
impacto en los partidos políticos fue bastante y diferente también, por ejemplo
el presidente del Comité Central del Partido Comunista felicitó a Illia y lo
impulsó a recuperar el resto del patrimonio nacional. En tanto que el
movimiento de intransigencia radical lo consideró un atentado contra el desarrollo
nacional, en la misma línea se expresó Frondizi diciendo que se violaba el
orden jurídico. Mientras que las Fuerzas Armadas no participaron de la
contienda, dentro de ellas estaba el general nacionalista colorado Raúl Fayt
que apoyaba la política de Illia en materia petrolera, pero otros militares
como los azules temían en torno a las relaciones con EEUU, ya que tal decisión
podría afectar la ayuda enviada.
La
preocupación de Illia era la imagen que darían al día siguiente de la
anulación, ya que no se podía volver atrás porque era una promesa de campaña.
De hecho aunque quiso mantener abiertos los canales de acuerdo extrajudicial
con las ex empresas contratistas, la mayoría de ellas rechazó los términos
ofrecidos por el gobierno radical. Ellas sostenían que el dinero que había
cobrado YPF fue en concepto de petróleo entregado no para amortizar el capital
que habían invertido. Además rechazaban las cláusulas impositivas y punitivas
del mismo convenio que las obligaba a devolver el valor del impuesto pagado por
el Estado.
Es
indudable que el objetivo del presidente de YPF chocó con otra realidad no solo
económica sino de internas dentro del propio gobierno. Además el Decreto se
voto el mismo día en que finalmente el Congreso de EEUU aprobaba la quita de un
monto de ayuda a Latinoamérica en el marco de un Acuerdo de ayuda al Cono Sur.
Por dos años y medio Argentina no recibió aportes de ningún ente internacional,
y EEUU retiró sus diplomáticos del país.
Autora Jaquelin Parada
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