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Alejandro Magno y vos

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Tu quijada.  Tu bello púbico. Tus ojos, tu nariz y tu boca, t ienen ese heroico arte tallado de Alejandro Magno en tu piel. Tu altura, tu cuerpo y ese calor escondido en tus brazos, son como la omnipresencia épica y helénica de antaño. Si por un momento se detiene la historia porque ya no tiene  más tiempo, estoy segura que caería en tu reflejo solo para verte una vez más. Sos único,  y quien derribó cada uno de mis muros. Quien conquistó mi corazón y coronó mis sentidos, con su grandeza Alejandro Magno y vos Un espejo que me deleito en ver, cuando caigo en tus labios una noche cualquiera De esas que enredados en algún punto de la ciudad nos encontró la madrugada sin despegarnos del sonido de nuestra respiración. Nadie puede negarme este deseo que me eleva, al verte. Ni yo misma puedo ocultarme de tu encanto mi helènico del siglo XXI. No se si en otra vida fundaste 50 pueblos como Alejandro, pero  me basta notar que te perdés en mis manos como dejando que la batalla se inicie. El to

El túnel del tiempo

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En el túnel del tiempo  no hay manera de no verte. Cobijándonos del mundo,  acurrucados  interpretábamos la vida entre los roces de la piel. En cada suspiro, en cada latido, hacíamos  el amor. El escalofrío de mi cuerpo al ser recorrido por tus dedos, nos lleva al éxtasis sin poder soportarlo. Besame siempre así, nunca dejes de  mirarme, me pierdo en tus labios y así, iniciamos de nuevo. Si a veces huyo  no es falta de amor, sino exceso de deseo y falta de energía. Te lastima mi ignorancia  de no saber hasta dónde te amaré así, nada importa si esto brota de las sabanas, de tu mente, de la mía, que más dá. Volvamos a empezar.  Tus posiciones viriles. Tu lunar en la nariz. Completamente a oscuras, desnuda,  en penumbras y en días lunas, estás ahí. Acariciando mi espalda mirando el cielo en mis senos. Sos la imagen perfecto del mundo entero al revés, entre mis piernas mi cielo vamos a jugar otra vez. Tracé líneas en tu vientre con lapiceras y colores.  Primero dibujé 

Mariposas asesinas

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Tengo mariposas asesinas, que encienden mí fuego. Estremeciéndome, naciendo de mí incrédulo corazón, habitado por los deseos humanos más bajos, más sucios, descontrolados e ilusos de andar de a dos. ¿Para qué? Para sentirla a ellas.  Mariposas asesinas Que huelen a sangre y dolor. Se cuelan en  mi piel llamando a gritos a alguna ocasión. Alguna victima siempre cae en manos de ellas, que me hacen agujeros en el vientre, que anidan sentimientos que se diluyen en los primeros rayos de sol del desencuentro. Cada célula aclama  blancas y mentirosas mariposas asesinas. Los sentidos y la borrachera de mi alma padecen de abstinencia pasional donde la humedad no acaba y la necedad me ciega. Estas mariposas asesinas que  mojan mis labios en lágrimas que perturban mi razón. No existen terciopelo negro  que calme mi dolencia natural. No son puras ni maravillosas  como se describe en poemas de amor. Son mariposas asesinas que destruyen que desnudan todo al mi alrededor. Mis

Éxtasis álmico

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Vuelvo con ese sabor a más Con el deseo en mis labios Vuelvo de volar, de  saber que volveré a verte. De sentir que cada vez serás más intenso Cuando te beso  veo tus selvas más íntimas burbujean en mis pensamientos. Vas desatando mi mujer  dormida Siento aves blancas revolotear mi cabeza, mariposas en mi  panza, y tu duro SER en mi mirada. Me sacás del planeta, con vos yo puedo ver  las estrellas, puedo besar el aroma de tu piel. Tiempo atrás, recuperé un momento nítidos de una sensación similar, pero para nada igual. Te aseguro que me  sobran razones para seguir en tus brazos. Para seguir bebiéndome tus miedos, para que  soples así mi vida. Es éxtasis álmico en cada suspiro.                                                                                         Hay medallas de intentos en  horas nocturnas Ya  no puedo dejar de desearte, de pensarte tanto. Enloquezco sabiendo que volveré a tenerte Me robaste  el corazón sin ponerte resistencia. Mientras todos duermen

Si te vieras como yo te veo

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Si pudieras verte  como yo te veo.  Si entendieras  que no es apego ni egoísmo. Si comprendieras que era amor  desde el inicio de mí  humanidad. Que te amaba desde la concepción del mundo, desde la creación del mismo universo. Si te vieras a través de mis ojos, te enamorarías de tu  sonrisa. Tu cuerpo esbelto y único,  se desplazaría holgadamente y sin derecho por mi matriz.  Tu libertad está en flor, no me cuestiones, hacela mía, sacrificando una vez más mi mejilla en tu mano. Derribá predicciones ajenas, recorreme sinceramente un par de instantes   Tocarte en mi mente sin que te enteres es mi mayor logro después de perderte. Podrías sutilmente verme en tus sueños y con la punta de mis labios echarte al olvido. De tu constelación plutónica aún no has salido, vení a  buscarme, yo aquí te espero. Atravesá la luz de tu ombligo parar verte como yo te veo. Cruzá tu miedo con tu corazón,  baila en dos planos y verás qué sucederá Hasta hace un minuto, estaba perdida

No hay edad para el amor

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Siempre pensé que era al revés Lo compartís todo para quedarse y vivir así. Esperando encontrarte volví, pero ya habías partido El prejuicio siempre pudo más que nuestro pequeño amor La amistad envidiosa seguramente nos alejó. Éramos indestructibles pero el vuelo nos arrasó Nunca olvidaré nuestras mañanas en verano; la carpa y el sillón. Tu disfraz de vaquero y corriéndome por el comedor. Tampoco olvidaré tus manos de sol y mi humor sin razón.  Amaba reír juntos y decir cosas que hoy, se nos olvidó  Volver a reír juntos y acabar haciendo el amor. No creo que el viento se lo haya llevado todo,  al menos tu voz jamás volvió. No es sano el ultimo recuerdo que nos reunió.  Vos descompuesto en la chacra y yo llorando sin ilusión. Antes de aquello eramos felices, muchos mates y viajes al sur.  No comprendo que sucedió con exactitud. Solo se que hace un año me buscaste en la salsera de mi ciudad, después de eso todo es gris y nunca más te volví a ver. No colgaré mi tristeza en ho

Un placer terrenal

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Cuando hablo de ellas, salivo. Su aroma me transporta a lo profundo del mar. Seducida, adherida y perturbada  por su simpleza, cautivada por su popularidad culinaria, las hago mías en su ingreso triunfal, Me pregunto, ¿cuánto costará este placer terrenal? Las miré, todas perfumadas  y finalmente las probé Desesperadamente me abalance sobre ellas. Inconcluso, probé una vez más  pero con el incesante deseo de apagar mi fuego bestial,  una cebada fresca en mi boca, mermo la loba voraz. La satisfacción se incrementa  y mi espíritu se incorpora al probar otra de ellas vuelve a desbordar mi locura Y bajo mis instintos primarios, s olo me queda preguntar; -¡ mozo! ¿cuánto le debo por unas rabas y una cerveza, más?  Jaquelin Parada  08-01-2011