¿Cómo la posición de EEUU, Argentina, Rusia, Polonia Alemania, Francia y Brasil, ha afectado su política exterior?


América del Sur con sus múltiples y variados Estados intervinientes, es una suma de factores socio-políticos, culturales, territoriales, geo-económicos, ambientales y energéticos que se producen en un espacio específico y que; requiere para su compresión de un enfoque interdisciplinario; para entender la actual situación, sus tendencias y además los posibles escenarios futuros.
En el marco del análisis de este trabajo practico, me ajustaré al estudio de las variables energético-ambiental, que tienen a su vez, interdependencia política, económica, diplomática, socio-cultural, ambiental y estratégica; considerando entre otras dimensiones las grandes reservas de agua dulce, recursos energéticos, marinos y naturales. En este contexto no se puede soslayar la actual integración entre dichos países del cono sur, ya que esto les permite mecanizar cooperación financiera, institucionalizar el comercio, viabilizar el intercambio cultural, científico, etc; que apuntan hacia una modernidad integradora e inclusiva.

Los países sudamericanos ingresaron al siglo XXI con un antecedente de importante liberalización comercial, con opciones de desarrollo nacional  estructuradas sobre las exportaciones, fuerte inversión extranjera en ser­vicios, e implantación y consolidación de diferentes reformas de mercado mediante acuerdos comerciales. Al respecto, el Instituto Latinoamericano de investigaciones sociales, presentó un informe relacionado al [1]“factor energético y las perspectivas  de integración en América del Sur (ILDIS)”. En el mismo se afirma que “los cambios políticos en Suramérica han venido acompañados de una nueva re­flexión en materia de desarrollo económico, originada en la CEPAL a comienzos de los años noventa del siglo pasado y retomada en los primeros años de este siglo en torno a la necesidad de impulsar la transformación productiva y social con equidad, apuntando a un crecimiento más duradero en procura de un desarrollo sostenible en el contexto de la sociedad y economía del conocimiento”.
Los acuerdos comerciales como por ejemplo; reducción de aranceles y desmontaje de barreras técnicas al comercio para insertarse mejor en la reciente globalización, venta de empresas públicas para honrar compromisos financieros crecientes (entre ellas empresas relacionadas con la energía), caída de la actividad productiva interna debido a las reducciones arance­larias, y abandono de la integración productiva a favor de la integración comercial, hizo que muchos de los mecanismos de integración creados entre los años cincuenta y ochenta perdieron importancia relativa. Entre ellos ALADI (Asociación Latinoamericana de Integración), SELA (Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe), y para los casos de la CAN (Comunidad Andina) y del MERCOSUR se cambiaron los principios que los originaron por orientaciones según el Consenso de Washington. Fue entonces que los pro­pósitos de avanzar de la liberación comercial a la integración plena de las economías quedaron a mitad de camino, queriendo emular la experiencia de la Unión Europea. De hecho las perspectivas nacionales sobre las perspectivas comunes, esto quiere decir que ha primado el enfoque intergubernamental sobre el supranacionalidad; impidiendo que se consolidaran ideales de integración más robustos, autónomos e interdependientes.
Actualmente existe una tendencia de un sin número de acuerdos comerciales (sin acuerdos de desa­rrollo, de complementariedad y de integración productiva), que han permitido un incremento de los intercambios intra-regionales, pero no ha conducido a la transformación productiva para la estructuración de una plataforma tecnoeconómica regional más mo­derna, complementaria y potente que a su vez contribuyera a abatir rezagos sociales estructurales: inequidad, exclusión y pobreza extrema. A esta parte del continente, nos costó entender que el mundo adquirió una nueva dinámica geopolítica y geoestra­tégica luego del final de la guerra fría, y bajo una superpotencia económica, política, militar y hegemónica como EEUU. Sin embargo, en los últimos años se ha edificado una nueva geopolítica y geoestratégica global, como es el caso de Brasil; miembro del llamado grupo BRIC, que por su siglas denota la integración de Brasil, Rusia, India y China, al que se sumó también Venezuela con su enorme potencial energético basado en hidrocarburos, todos; como un nuevo esquema de inte­gración regional.
Aunque según [2]Luz María de la Mora y Dora Rodríguez, ambas docentes de economía y representantes mexicanas de institutos internacionales, en la revista integración y comercio, “la integración de America Latina y el Caribe a nivel regional, actualmente ha tenido resultados poco alentadores, ya que después de cinco décadas todavía está superficial”.
Medida en términos de comercio intrarregional, las autoras afirman que es una de las cifras más bajas. En 2010 fue del 17% en comparación con Europa que fue del 73%, mientras que Asia y America del Norte se obtuvo un 50% de comercio intraregional. El bajo nivel de comercio entre los mismos países de America Latina resulta de que el 18% de sus ventas y el 20% de sus compras se dio en 2010 dentro de la propia región. La publicación anuncia además, que los avances en la integración latinoamericana son pocos y dispares, por la falta de voluntad y liderazgo político para impulsar el proceso. Así como la ausencia de un proyecto  integracionista de largo plazo que permita que permita el fortalecimiento de las instituciones de la región y facilite la integración de políticas nacionales.
Actualmente hay proyectos subregionales que incluso han llevado al retroceso comparado con otros procesos integracionistas. Es por eso que la publicación mencionada enumera tres elementos primordiales para que se de un verdadero proyecto latinoamericano. EL primero sería la liberación regional del comercio de bienes y servicios así como el flujo de inversiones. El segundo; el fortalecimiento de las instituciones de integración a nivel regional, y tercero; el desarrollo de infraestructura física que apuntale esta integración vía una mayor conectividad.
De todas formas hay que resaltar la existencia de inversionistas que están llevando a cabo una inversión silenciosa que necesita de una agenda y proyectos de integración, que en el corto plazo  puede ayudar a paliar a incertidumbre de la economía mundial.

La situación geopolítica del cono sur se ha caracterizado al comenzar el nuevo milenio por tres grandes paradigmas según ILDIS:

1)     Paradigma funcionalista con contenido geopolítico: que predominó a en los 80, principios de los 90; con fomento de los países a conformarse como Republicas con forma de Estado, y con democracia representativa como forma de gobierno. Y estos Estados son los actores principales del proceso integracionista, porque además son los principales beneficiarios. Pero la política exterior de dicho Estados tiene en algunos momentos de la historia, aspiraciones de poder regional que han complicado la integración; mientras que otros tienen una concepción geopolítica. La integración energética se ha caracterizado por acuerdos bilaterales o multilaterales, pero que solo han resuelto temas puntuales de suministro energético y con predominio de control centralizado; con pasiva participación privada.
2)     Paradigma funcionalista con contenido liberal: predominó en los 90 principios del 2000; con tendencia a la disminución del papel estatal, salvo para fomentar acuerdos, dándole más participación a los privados. Se buscó liberal el comercio y abrirse a la inversión extra regional, sobre todo EEUU y Europa. Se reducen las barreras arancelarias y no arancelarias, se fomentó el mercado y sus mecanismos institucionales para la regulación de las relaciones energéticas y otras en general.
3)     Paradigma mixto; es lo que se vive en la actualidad, un poco de ambos enfoques dispersos en varios países latinoamericanos.
Vale destacar que el paradigma mixto tiene en su versión más actual un predominio del Estado pero con la participación de organismos multilaterales conformados por ellos mismos, sobre la acción de otros actores como es por ejemplo el mercado. Se fomenta la integración energética y el mutuo beneficio; comprendiendo las relaciones interestatales desde la perspectiva del poder y la soberanía de cada país, en un plano de cooperación. Podemos notar además el aumento del rol del Estado conformado como empresa, para poder aprovechar los beneficios de la integración energética.
Sin embargo los resultados que la investigación arrojó, mencionan que a su vez esta revolución de cuantiosas y variadas firma de acuerdos bilaterales y multilaterales, paradójicamente produce el síndrome de la sobre integración; con lo cual esto va en detrimento de los objetivos de la integración. Ya que esto podría demostrar que las cantidad de acuerdos se basa en la desconfianza que existe entre los países en relación a su soberanía; provocando además una cantidad de legislación yuxtapuesta y casi impracticable por parte de los Estados en relación por ejemplo; a la regulación de aranceles. Se debe sustituir las mayorías, por la unanimidad; esto permitiría unificar procesos, legislación, sanciones, cumplimiento y seguimiento de las acciones a favor de la real y verdadera integración. El primer objetivo es alcanzar una concepción política de la integración energética suramericana que preceda a las consideraciones económicas y energéticas, con una concepción cooperativa del individuo y la sociedad, y que tenga una concepción de la justicia que rija la formulación de las instituciones y el comportamiento de éstas; dentro de un contexto generalizado de países latinoamericanos. Porque el desarrollo es libertad, habida cuenta que la libertad es la herramienta para alcanzar el desarrollo, que es el fin de todos los países.
La geopolítica latinoamericana enmarca muchos temas relevantes, pero como he mencionado más arriba, me encuadraré en las variables energético-ambientales, por cuanto traigo a colación un proyecto de [3]Observatorio Latinoamericano de Geopolítica; que tiene como objeto de investigación: “el nudo crítico en el que se enfrentan, se disputan y se remodelan los proyectos sistémicos o civilizacionales sobre los que se construye la hegemonía y las relaciones de poder en el mundo contemporáneo desde una perspectiva compleja que integra la territorialidad como dimensión básica de organización de la vida social”. Bajo tres líneas fundamentales:

1. La apropiación de la naturaleza mediante su conversión en recursos naturales, entre los que destacan cuatro grupos con un carácter estratégico:
a) los energéticos, con el petróleo como el elemento central y los biocombustibles como extremo;
b) la biodiversidad y la monopolización de las fuentes genéticas del planeta;
c) los minerales esenciales para la reproducción regular y para el desarrollo de tecnología de punta, y;
d) el agua como elemento vital y por tanto como principal herramienta de poder.

2. Los metaproyectos de construcción hegemónica con los que se conforma la estrategia del poder. Dentro de estos destacan los económicos (tratados de libre comercio o de inversión); los infraestructurales que conducen al reordenamiento territorial (Plan Puebla Panamá, Integración de la Infraestructura Regional de Sudamérica); los de seguridad (iniciativas de seguridad, localización de bases militares, realización de ejercicios militares conjuntos, generalización de nuevas normas represivas antiterroristas, despliegues policiaco-militares).
 3. Reistencias, contrahegemonía y proyectos emancipatorios que detienen el avance de la apropiación capitalista y la expropiación político-cultural y que generan los horizontes de la transformación social sistémica.

A la derecha observamos un mapa geopolítico de America del Sur que nos permite identificar la ubicación de la existencia de movimientos sociales con una estrella roja; la posesión de gas y petróleo marcado de color gris; las reservas de agua dulce de color celeste; la existencia de ejércitos militares en color gris-celeste; la biodiversidad en color verde, los minerales en color rosado y; la ubicación de aeropuertos y bases militares de EEUU en color amarillo.
A su vez hay otro mapa (a la izquierda) que expone la ubicación geográfica de las inversiones transnacionales extractivas o relacionadas con el aprovechamiento de los recursos naturales más valiosos de América Latina y el acoplamiento de estas inversiones con megaproyectos de reordenamiento territorial.
El observatorio al que refiero; plantea que la explotación del territorio de América Latina y la extracción de sus recursos naturales, tiene relación con los niveles crecientes demandados por una economía mundial; pero sin proporción directa y equitativa con las necesidades reales de la población del mundo. Es por eso que mediante una serie de variados artículos alerta sobre una serie de planes estratégicos de dominación territorial, tales como: los intentos de golpes de Estado en Venezuela, el Plan Puebla en Panamá, el Plan Colombia y el Plan Divinidad en Bolivia; la desestabilización económica política en Argentina y los efectos del tratado de libre comercio entre Chiles y EEUU; afirmando que [4]“la constitución de un Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) en todo el Continente, o el avance parcial de iniciativas subregionales del mismo tipo, conlleva modificaciones sustanciales no sólo en la libre circulación de mercancías producidas en condiciones abismalmente diferentes sino, sobre todo, en la normatividad general de la zona y, con ello, en los ámbitos de acción de los sujetos, en el carácter y margen de maniobra de las instancias y en las atribuciones políticas de los pueblos y naciones firmantes”.



Por otra parte admiten que desde septiembre de 2011 es evidente un cambio en la política internacional que no se puede concebir como una respuesta al ataque de las torres gemelas de Nueva York.  Ya que por ejemplo las incursiones militares en Asia Central no han podido legitimarse mediante las explicaciones que fundamentaron la persecución a Bin Laden, o buscar las armas de destrucción masiva que debería tener Hussein en su poder, sino que tienen un real posicionamiento estratégico relacionadas con el proyecto de dominación encabezado por Estados Unidos. Esta hipótesis se relaciona con el primer trabajo practico de esta materia en cuanto a quien iniciaría la tercera guerra mundial; y que en mi caso dejé constancia que todo comenzaría con un ataque en respuesta de Israel a Irán, pero manipulado desde afuera por EEUU que pretende no perder su hegemonía mundial, observable en el siguiente mapa donde queda expuesta la ubicación del pentágono, disperso en varios continentes del mundo. Un ejemplo de ello es la militarización de los recursos naturales en nuestro continente sudamericano, como también podemos observar en el mapa que está debajo. Aquí vemos en los puntos negros la ubicación de las bases militares de EEUU, justamente sobre los puntos rosados donde está nuestro petróleo; y los verdes donde está nuestra biodiversidad.
Con todo esto es lógico tener en cuenta el reservorio energético y capacidad de nuestros recursos naturales, ya que este fenómeno de posesión natural de América Latina, es parte de la transformación de sus economías-políticas e integrante del papel en la geopolítica global de este nuevo siglo. A su vez poder mediante la efectiva legislación y con constantes actualizaciones, preservar nuestro medio ambiente sin por ello dejar de percibir los ingresos económicos que puede acarrear la explotación de los mismos. Siempre que eso no implique incurrir en la violación o incumplimiento de normas internacionales en la materia medio ambiental.
La energía es el elemento clave de nuestra geopolítica regional y global, que se vislumbra en nueva versión del nacionalismo energético entre los grandes exportadores de hidrocarburos. Este nacionalismo, ha  el equilibrio de poder, dentro del sector energético mundial, entre el Estado y sus empresas nacionales, por un lado, y las empresas privadas internacionales, por otro. En el pasado, los grandes poderes económicos, y sobre todo EE UU, habrían recurrido hacia América Latina para abastecerse de materias primas y productos agrícolas y minerales. Pero hoy, el aprovisionamiento de hidrocarburos, especialmente el petróleo pero también el gas natural, ha aparecido como una de las variables más importantes en el contexto geopolítico mundial. Aunque América Latina posee relativamente pocos recursos energéticos —al menos en comparación con Oriente Medio, Norte de África, Asia Central o Rusia, el hecho de poder convertirse en una región políticamente estable y con importante capacidad exportadora podría convertirla en un actor influyente en las relaciones internacionales.
Según el siguiente cuadro extraído de un informe de [5]Paul Isbell Investigador principal y Director del Programa de Energía del Real del Instituto Elcano de Estudios Internacionales y Estratégicos, junto a Federico Steinberg tambien investigador del mismo Instituto y profesor del departamento de Análisis Económico de la Universidad Autónoma de Madrid;
el “creciente menor, contiene el 18 por 100 de las reservas mundiales del petróleo convencional (comparado con el 14 por 100 en el hemisferio americano, el 10 por 100 en América Latina, el 8,5 por 100 en Sudamérica y el 6,6 por 100 en Venezuela, el productor dominante en todo el «creciente menor en términos de geopolítica energética). En términos de producción, los países del creciente menor, producen el 31 por 100 de la producción mundial de petróleo convencional (comparado con el 25 por 100 del total mundial que viene del hemisferio americano, el 13,5 por 100 de América Latina, el 8,4 por 100 de Sudamérica y el 3,7 por 100 de Venezuela). Por el lado de la demanda, el 36 por 100 del consumo mundial del petróleo actualmente viene del creciente menor (mientras que el 35 por 100 procede del hemisferio americano, el 8,3 por 100 de América Latina, el 4,6 por 100 de Sudamérica, y sólo un 0,7 por 100 de Venezuela)


Analizando la misma situación en términos de gas del segundo cuadro;  el creciente menor contiene sólo el 11 por 100 de las reservas mundiales (comparado con un 8,2 por 100 en el hemisferio americano, un 4 por 100 en
América Latina, el 3,5 por 100 en Sudamérica y el 2,4 por 100 en Venezuela). En cualquier caso, el mismo sistema es responsable del 33 por 100 de la producción mundial de gas (casi todo, el 31,5 por 100, del hemisferio americano y la gran parte de Canadá y EE UU, mientras que sólo el 6,5 por 100 de la producción mundial de gas proviene del conjunto de América Latina, el 3,6 por 100 de Sudamérica, y sólo el 1 por 100 de Venezuela). Por el lado de la demanda, el «creciente menor» genera el 32 por 100 del consumo mundial de gas (casi todo se genera en el hemisferio americano, el 6,5 por 100 en América Latina, el 4 por 100 en Sudamérica y sólo un 1 por 100 en Venezuela)
Dentro de estos círculos concéntricos de sistemas energéticos que engloban varias partes de América Latina, se pueden identificar varias subregiones de producción y de oferta excedente, al mismo tiempo que se pueden definir también zonas de déficit y de importación neta. Entre las zonas de oferta excedente se encuentran Alaska y Canadá, el Golfo de México, la zona Andina y el Golfo de Guinea. Las zonas de déficit y de importación neta incluyen los EE UU continentales, América Central y el Cono Sur. Con la excepción obvia de Alaska y Canadá, las zonas de producción y de excedente de oferta corresponden a las zonas relativamente más pobres, particularmente la zona andina. Como veremos, este hecho tendrá importantes implicaciones para la geopolítica energética de la región, particularmente en el terreno del nacionalismo energético y su impacto a medio plazo sobre la seguridad energética. Aunque no resiste la comparación con el «gran creciente» de Eurasia (donde se encuentran casi el 75 por 100 de las reservas convencionales del mundo), el creciente menor, de las Américas y África Occidental contiene aproximadamente el 15 por 100 de las reservas mundiales de los hidrocarburos convencionales. Además, podría poseer más de la mitad de los hidrocarburos del mundo si se incluyeran en los cálculos los hidrocarburos no-convencionales, como las arenas asfálticas de Canadá o los petróleos ultra pesados de la Faja del Orinoco de Venezuela, e incluso en la Provincia donde vivo, Neuquén; que actualmente está legislando en la materia. Sucede que para el caso de mi región no hay normas que regulen específicamente la extracción de hidrocarburos no convencionales (que a diferencia de los convencionales, los líquidos extradito mediante esta metodología “no convencional”, se encuentran en la roca madre en medio de arcillas con mayor porosidad), lo que implica una ardua tarea por parte del ejecutivo provincial para ahondar en las leyes internacionales de la materia, pero contextualizándolas según  la topografía local. El medio ambiente debe estar contenido en la legislación desde la perspectiva del cuidado y remediación, así como la mediación del uso de agua y la perforación de las tierras ocupadas por bastas comunidades indígenas de la región, y que se ven afectadas e impactadas con la producción energética de la zona en cuanto a su exploración y explotación.
Todo esto es parte de un cotidiano debate que se esta dando en todos los países en cuanto a la legislación medioambiental de los hidrocarburos, que en general cabe resaltar, la legislación común de relevancia ambiental está constituida por los códigos y leyes del orden civil, penal, procesal y administrativo, que se aplican a los asuntos ambientales, a falta de disposiciones especiales sobre la materia, en temas tales como la propiedad y el uso de los elementos ambientales, la responsabilidad por el daño ambiental y la manera de hacerla efectiva, el deterioro grave del patrimonio ambiental, las contravenciones administrativas, y muchos otros. De hecho; entre 1972 y 1999, 16 de los 20 países del cono sur; se han dado nuevas Constituciones Políticas, que han procurado incorporar entre otras novedades, que figuren disposiciones referidas a la protección del medio ambiente y la promoción de un modelo de desarrollo sostenible. Para el caso de nuestro País, en 1994 la reforma de la CN (Constitución Nacional) ha dado la posesión de los recursos naturales a las provincias, lo que implica que cada una deberá legislar sobre el tema, posteriormente se aprobó la conocida Ley Corta como complementaria de tal disposición constitucional; y Neuquén es uno de los principales centro energético del País, con más de 130 pozos no convencionales actualmente en funcionamiento (por ejemplo el yacimiento “Vaca Muerta”, el yacimiento que prevé abastecimiento nacional por más de 200 años según un informe publicado por muchos medios nacionales en la ultima semana).
Finalmente y en cuanto al pedido del reconocimiento de la soberanía por parte del gobierno argentino en relación a las Islas Malvinas; la estrategia está dada en con continuar su escalada diplomática y comunicacional para lograr una histórica "mesa de conversaciones" con el Reino Unido, ya solicitada por la ONU.
Las Islas Malvinas es un archipiélago constituido por dos islas que sobresalen por su tamaño: Malvina Occidental o Gran Malvina (4352 km2) y Malvina Oriental o  Soledad (6306 km2), separadas por el estrecho de San Carlos, y las rodean un conjunto de islas e islotes. Por esto es de vital importancia que todos los argentinos, y latinoamericanos, comprendamos la magnitud del conflicto y de los recursos que están en juego. En cuanto a los recursos petroleros representa una de las regiones más prometedoras del mundo, debido al espesor de los sedimentos contenidos en la plataforma submarina, muy similares a los del Mar del Norte, también es extremadamente rica en recursos pesqueros. Según [6]Leandro Fernández, “en la invasión de las islas en 1833, se constituyó un lugar estratégico para almacenar carbón y proveer a sus barcos de un recurso como la turba, que podía reemplazar al carbón. Entrado el siglo 20, el Reino Unido se lanza a la busca de petróleo en todo el mundo, y las Malvinas le sirven para abastecerse del petróleo de Comodoro Rivadavia, para sostener su poderío naval en los mares del sur. Al año siguiente del descubrimiento de petróleo en la Patagonia argentina, la corona británica anexa las islas Georgias, Orcadas, Shetland, y Sandwich a su colonia de las islas Malvinas. A pesar de todo, en el año 1965, con la sanción de la resolución 2065 de la Asamblea General de la ONU, los derechos argentinos sobre las islas Malvinas se afianzaron enormemente, porque se rechazó el derecho a la autodeterminación de los isleños. En el año 1968, la soberanía Argentina fue reconocida de hecho por el Reino Unido, con la firma de un “Memorándum de Entendimiento en el cual se estableció que “el gobierno del Reino Unido reconocerá la soberanía de la República Argentina sobre las Islas a partir de una fecha a ser convenida tan pronto como sea posible”. Solo restaba arreglar como se garantizarían y respetarían los intereses de los isleños. La historia comienza a torcerse a partir de los 70´, en ese momento el Reino Unido era un imperio en decadencia, que comienza un proceso de recuperación  gracias a la explotación del petróleo en el Mar del Norte, y el imperio que había estado décadas buscando ese recurso por el mundo para hacerlo propio, comenzó un cambio de postura y dio marcha atrás al constatar el potencial petrolero que tenía al alcance de sus manos en esas islas que tenía entonces olvidadas”. Sin embargo hemos notado que  la estrategia del gobierno británico para justificar su presencia en las Islas Malvinas, parece basarse nada más ni nada menos que en el principio de autodeterminación de los habitantes de las Islas Malvinas (Los Kelpers).



2)   Revista Integración y Comercio N° 33 volumen 15  de julio-diciembre 2011.  Publicada por el Instituto de integración de America Latina y el Caribe, el BID y el INTAL.  Articulo ¿Por qué vale la pena repensar la integración latinoamericana?. Se puede encontrar en: www.iadb.org/intal

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